Pensar lo micro, una discusión necesaria
27/08/2021
A propósito del debate entre ambientalistas y economistas sobre desarrollo.
ARTÍCULO EDITORIAL
Desde CEPIDRA celebramos la discusión de las últimas semanas entre ambientalistas y economistas respecto al desarrollo nacional. De tal modo, nos parecía apropiado contribuir, desde nuestro humilde lugar, al debate que consideramos central en los momentos que vive nuestra Nación. Aquí encontrarán una posición que consideramos necesaria para seguir profundizando no sólo el debate sino las políticas urgentes que demanda nuestro País.
Si uno hace un recorrido por la bibliografía encontrará diferentes formas de definir al desarrollo. Pero en la gran mayoría de ellas es una variable común a todos los abordajes la definición que desarrollo no es sinónimo solo de crecimiento.
Para clarificar este concepto polisémico, CEPIDRA entiende por desarrollo al proceso por el cual una sociedad (y como una parte de ella, su economía) encuentra un camino dinámico y constante hacia la mejora de la calidad de vida de su población en un sentido amplio¹.
En parte, quizá es por esta diversidad en las formas de concebir al desarrollo que la reciente discusión entre ambientalistas y economistas sobre las vías para lograrlo en el plano nacional tiene muchas aristas desde las cuales se puede abordar. En nuestro caso creemos que es fundamental evitar caer en análisis centrados solo en los aspectos macro o súper-estructurales, en términos económicos o ambientalistas, pues terminan quedando demasiados alejados de las realidades que viven las mayorías en nuestros territorios.
Si bien son diversas las corrientes económicas que disputan el diagnóstico sobre los orígenes de los problemas del desarrollo nacional y cuentan con bastante prensa aquellas que proponen las mismas recetas liberales que nos llevaron a las peores crisis nacionales, nos parece importante recuperar las propuestas de quienes provienen del campo popular pues es con quienes entendemos que podremos contar para construir un proyecto de país más igualitario.
En este sentido, los aportes a la discusión sobre las tensiones entre ambiente y economía de autores como Scaletta o Crespo, parecen sobrevalorar la variable de disponibilidad de divisas provenientes de las exportaciones de productos primarios para calmar lo que consideran el mal de todos los males: la llamada “restricción externa”. En detrimento de propuestas de alternativas productivas que prioricen la utilización intensiva de mano de obra en trabajos bien remunerados, de las millones de personas que hoy se encuentran por debajo de la línea de la pobreza y que habitan mayoritariamente los centros urbanos del país.
Tanto “restricción externa” como el ingreso de divisas a partir de la exportación de materias primas han sido una constante más que una excepción a lo largo de nuestra historia. Durante finales de siglo XIX y principios de siglo XX el país obtuvo tasas de crecimiento altas, en gran medida sustentadas sobre la base de la producción agrícola y ganadera. Pero eso no necesariamente se tradujo en el desarrollo nacional, en los términos en que lo entendemos. En gran parte el sostenimiento de la matriz agroexportadora se daba en base a la inclusión en el mercado de trabajo de apenas un tercio de la población económicamente activa, y la población restante no contaba con derechos laborales ni condiciones de vidas mínimamente dignas. Es por ese escaso impacto en la calidad de vida de las mayorías que este modelo de acumulación no puede considerarse como un modelo de desarrollo -por lo menos en los términos en los que lo entendemos en el CEPIDRA– ya que las rentas crecientes de las exportaciones generaban mejoras en la calidad de vida solo para un sector minúsculo de la población.
A partir de la crack del 29 y abonado por los sucesos de la segunda gran guerra, comienza a desarrollarse el proceso de desarrollo conocido como ISI (industrialización por sustitución de importaciones). El mismo transcurre a lo largo de poco más de cuatro décadas, avanzando con diferente intensidad en función del proyecto de país que representa cada gobierno y dándole contenido a la disputa de modelos en pugna al interior del proceso de ISI y hacia afuera, con los modelos liberales que intenta imponer y consolidar cada gobierno de turno, según los intereses que representa.
Desde el inicio del cambio de modelo agroexportador por el proceso de ISI, Argentina atraviesa distintos gobiernos constitucionales (conservadores, peronistas, radicales) o dictaduras cívico-militares. Ese modelo general -con sus grandes disputas políticas- al interior de ese contexto, se sostiene, con vaivenes y aumentando su debilidad, hasta el comienzo de su desarticulación y reemplazo por el modelo económico neoliberal que comienza a sistematizarse con la dictadura cívico-militar que irrumpe en 1976 y que le da muerte definitiva. En una continuidad histórica, este el modelo económico neoliberal se perfecciona y cobra hegemonía mayor durante las décadas del ´80 y ´90.
El periodo que se inicia en la década del 30, donde la interrupción del comercio mundial da pie al surgimiento del ISI, no es lineal y dentro de este tramo histórico, se dan propias disputas que cristalizan diversos proyectos políticos. Dentro de ellas destaca el surgimiento de un proyecto y un movimiento político, el peronismo, que se delinea hacia 1943 y se consolida definitivamente entre 1945-1946, generando una aceleración del proceso de sustitución de importaciones y creación de una industria nacional, con diversas características y algunas limitaciones al modelo que aparecen hacia el segundo gobierno. Se propone un modelo de desarrollo que implica un aumento del crecimiento económico con justicia social y desde una perspectiva de soberanía nacional (crecimiento de la industria liviana e incipiente industria pesada – nacionalización y creación de empresas públicas y nacionales – acercamiento al pleno empleo y ampliación de derechos de la clase trabajadora). Este modelo de desarrollo nacional y redistribución de la riqueza, comienza a resquebrajarse a partir del golpe de Estado de 1955, que derroca al gobierno popular peronista y pierde terreno durante las décadas posteriores, aun cuando el modelo económico general de ISI no fue desterrado enteramente. Las clases populares y trabajadoras retroceden tanto en sus derechos económicos como civiles y políticos, y esto se traduce en la aparición de desempleo, inflación, represión de manifestaciones populares, prohibición de organización sindical y política, proscripción del partido peronista.
El modelo de desarrollo nacional no vuelve a recuperar la fortaleza de las décadas previas y va perdiendo espacio paulatinamente, hasta –como ya se dijo- su definitiva eliminación a partir del golpe de estado de 1976 y la instauración del modelo neoliberal.
No obstante, y más allá de la discusión sobre distribución y crecimiento que siempre resultará insuficiente, durante el periodo de prevalencia de la ISI se producen un conjunto de cambios en el ordenamiento socio-económico que implicaron entre otros, un aumento que se podría considerar hasta el “límite máximo” del desarrollo de la industria liviana; un desarrollo y consolidación de la industria pesada en algunos rubros específicos; un aumento de la incorporación de trabajadores al mercado formal de trabajo con la consiguiente conquista de derechos y aumento del ingreso; un crecimiento permanente en la sustitución de importaciones en la industria liviana y un crecimiento de la aplicación de conocimiento como mecanismo para agregar valor y generar desarrollo entre los que nos resultan más relevantes.
Todos estos cambios se evidencian en el nivel de bienestar social general, así como en los logros tecnológicos alcanzados tanto por el ámbito privado como por el público, siendo este último quien lideró parte del proceso. Es dable destacar que, dadas las condiciones de aislamiento impuestas por la anteriormente mencionada interrupción del comercio, el nivel de desarrollo alcanzado se debió al recupero en mayor medida de la movilización de los recursos (económicos, materiales y humanos) de los que nuestro país disponía. Pero con una particularidad nacional característica.
Por lo tanto, limitar el debate sobre el desarrollo a la cuestión de la “restricción externa”, parece ser un final muy pobre para los recientes e históricos debates sobre la tensión entre ambiente y economía. Mientras la teoría del derrame se empecina en no cumplirse, se pospone indefinidamente desde la economía cualquier propuesta sobre cómo y cuándo se podría dar el salto cualitativo en términos de diversificación de la matriz productiva, para generar más empleo de calidad o como se pasaría de una acumulación y desigualdad creciente a una distribución de la riqueza social y el bienestar de capas cada vez más amplias de la población. Incluso en un momento como el actual, de incremento del precio internacional de estas materias primas exportables, los sectores asalariados y desocupados se ven damnificados por los incrementos de precios en alimentos básicos, que además potencian el poder de veto de los sectores concentrados a cualquier atisbo de política redistributiva.
Por lo cual, nuevamente un incremento del saldo exportable, que aliviana la cuenta corriente de la balanza de pagos, no necesariamente representa una salida a los graves problemas de ingresos y distribución de la renta con los que cuenta la Argentina.
Como se observa el problema de la “restricción externa” no es un problema nuevo, sino producto de una economía dependiente como la argentina con una estructura productiva sumamente desequilibrada.
Ahora bien, como mínimo deberíamos preguntarnos: ¿es la restricción externa el principal problema económico de la sociedad argentina?, o mejor dicho ¿La restricción externa como problema real existente es elemental estudiarla en el marco de las problemáticas de la actual económica argentina? ¿El origen de este problema está en la actual estructura económica argentina?, ¿para superar la recurrente restricción externa basta con exportar más bienes primarios? ¿Dónde está la sangría de divisas en una economía globalizada, en la compra de insumos o, por ejemplo, en los dividendos que las multinacionales giran al exterior? ¿El actual mercado de cambios que deja amplio margen a los grandes capitales no contribuye a ensanchar esa restricción?
En definitiva, la “restricción externa” es una realidad en términos macroeconómicos pero no debe dejar de mirarse que el problema de la falta de divisas es, en gran medida, el producto de un entramado productivo desequilibrado y desigual. Desde nuestro punto de vista, debemos sacarnos las anteojeras y pensar el desarrollo de una manera que se acerque a lo que Ferrer (2012) planteaba como “vivir con lo nuestro”. Una idea de potenciar la “densidad nacional” (Ferrer, 2007) de forma tal que permita un proceso de inclusión, redistribución y equidad en el desarrollo nacional.
En el plano del discurso ambientalista también son diversas las miradas sobre los orígenes y las acciones para afrontar la coyuntura actual. Entre los aportes que nos parecen más relevantes para pensar la tensión entre ambiente y economía se encuentran autores como Viale y Svampa (2014), que plantean que el modelo de desarrollo argentino está basado en el “despojo” y el “extractivismo”. El planteamiento es que la historia del desarrollo económico argentino fue una constante de acumulación originaria donde el capital avanzó de manera indiscriminada sobre sectores que contaban con lógicas no capitalistas de producción. Desde ahí parte el planteamiento de la prohibición de actividades que consideran extractivas y que entienden no solo avanza sobre un sector desfavorecido de la economía sino que también arruinan el medio ambiente.
Ahora bien, desde nuestro punto de vista, este planteo también se queda en lo súper-estructural -a pesar de incorporar la cuestión de la colonialidad y sus efectos económicos. Pues el punto central no puede ser limitar actividades para desarrollarse, en particular en un país donde amplias capas de la sociedad están prácticamente fuera del consumo de bienes básicos, sino justamente ver cuáles son las opciones que encontramos como sociedad para hacer más justa y equitativa la actividad económica en su conjunto. No desconocemos los problemas que implican las actividades como la megaminería o el monocultivo, lo que planteamos aquí es que esos problemas son parte de un modelo global en el cual Argentina está inserta, y sobre todo, esa discusión está bastante alejada de los problemas más urgentes de una parte mayoritaria de nuestra sociedad.
Para nombrar cuestiones elementales que hacen a esta urgencia, en Argentina más del 40% de la población no come o no come como debería, tampoco no se viste como tendría que hacerlo, ni tiene acceso a una vivienda adecuada. Entonces, en este contexto social, consideramos que la discusión sobre el “extractivismo”, si bien es necesaria, debiera ser secundaria.
Por lo tanto, el debate sobre el desarrollo, a nuestro modo de ver, no debería pasar por si se planta más o menos soja o por si se prohíbe o no la cría de salmón en Tierra del Fuego. Sino por potenciar y organizar -desde las políticas públicas- una gran parte de la economía real que hoy funciona en los márgenes y que con un poco de planificación, ingenio y astucia mejoraría considerablemente cualquier indicador de calidad de vida para al menos el 40% de la población económicamente activa. A lo cual habría que sumarle que ese sector de la economía no demanda dólares, ya que sus actividades se realizan en pesos y no requieren insumos importados pues son de mano de obra intensiva.
Si vamos a entender entonces la discusión sobre el desarrollo nacional en términos de distribución de la riqueza social y del bienestar de las mayorías, resulta importante tener en consideración que las zonas en donde se producen los minerales exportables se encuentran muy alejadas de aquellas en donde se concentra la mayor proporción de la población, por lo que se da una paradoja de empleos muy bien remunerados para pocas personas en zonas poco pobladas. En el agronegocio se da una situación similar, se trata de un sistema altamente tecnificado en la siembra y recolección de oleaginosas que genera un campo sin campesinos. Estos fenómenos se traducen en poblaciones urbanas crecientemente pobres con empleos en su mayoría mal pagos o con ingresos de subsistencia, sin cobertura social y con escaso reconocimiento social.
Para estos amplios sectores de la sociedad resulta imprescindible encontrar alternativas laborales que se traduzcan en una mejora creciente de su calidad de vida, ya que si no se corre el riesgo de consolidar una matriz social dual similar a la sociedad de principios de siglo XX donde un minúsculo grupo social recibía los beneficios de su inserción en el comercio internacional mientras las mayorías padecían pésimas condiciones de vida. De hecho, a inicio del siglo XX el informe Bialet Massé daba cuenta de las lamentables condiciones de la clase obrera Argentina.
Por eso, el planteo de los ambientalistas respecto a que el modelo de desarrollo nacional fracasó porque hace 50 años que no podemos terminar con la pobreza es un poco débil. Porque para evaluar ese fracaso hubiese sido necesario que las políticas del modelo de sustitución de importaciones perduraran en el tiempo, que se alcanzara a lograrse una mejora duradera y creciente de las condiciones de vida de la población en su conjunto, como los indicadores de inicios de la década del setenta auguraban². Y eso no sucedió justamente porque dicho modelo fue cortado con violencia política y económica impuesta por el golpe de estado de 1955 y consolidado posteriormente por la dictadura militar de 1976 y el modelo neoliberal que se instauró desde entonces.
Por otro lado, el planteo de los economistas respecto a que para desarrollar primero hay que crecer es también un poco débil. Porque plantear eso es llevar la discusión a la economía y la sociedad de principios de siglo XX, donde ya se dijo, desde nuestro punto de vista no hubo desarrollo. Por otro lado, la idea de crecimiento refiere simplemente al crecimiento que puede ser estimado por métodos estadísticos refinados que ignoran por cuestiones metodológicas infinidad de formas de generar y agregar valor que las clases populares llevan adelante en forma diaria y que no figuran en ninguna estadística oficial ni formal.
Desde CEPIDRA nos da la impresión de que esta discusión sigue teniendo tintes claros de colonialidad siempre que pensamos el desarrollo en términos de generar divisas o limitar actividades que de todas formas se van a realizar aquí o en países vecinos por lo cual resulta difícil escapar a sus consecuencias.
Estamos mirando más hacia fuera que hacia dentro. Y necesitamos desarrollar todas nuestras capacidades que están ahí al alcance de la mano y muchas veces los debates académicos no las ven porque discuten apartados de las urgencias de nuestra población.
Desde CEPIDRA somos defensores del desarrollo desde lo real y lo concreto. Por eso entendemos que debe pensarse de forma multi-escalar pero sin dejar de ver que los fenómenos de transformación que en general suceden primordialmente a escala local, desde lo micro. De este modo, el desarrollo debe entenderse multiescalarmente pero intervenir desde lo local.
Actividades que hoy no se encuentran en un nivel de desarrollo acorde a sus capacidades y son mano de obra intensivas podrían potenciarse y modificar lo micro para transformar lo macro. Pero si seguimos discutiendo sobre la “restricción externa” o sobre el “extractivismo” y dejamos de ver que hay potencialidades productivas y económicas que hoy están siendo “sub-ejecutadas” y solo nos quedamos en analizar procesos que escapan – en gran medida- a las lógicas reales de los territorios en los que vive la gran parte de la sociedad argentina podemos cometer el error de olvidar que se necesitan de profundas decisiones y acciones políticas que los hagan ganar en calidad de vida a la población en su conjunto y que es por eso , en definitiva, lo que es desarrollo.
[1]Renglón aparte para conceptualizar qué es calidad de vida y cómo debe medirse e interpretarse. Pero esa es otra discusión.
[2] En 1974 el desempleo alcanzó su mínimo histórico, con 2,7%, en ese momento Argentina consiguió el mayor nivel de industrialización (solo recuperado en 2015) y el mayor nivel de igualdad de su historia: un coeficiente de Gini de 0,35, de acuerdo con la Cepal. (TELAM Digital; 04/09/2015)
Recursos utilizados:
AGENCIA PACO URONDO (09/07/2021) “Desarrollo y ambiente: muchas tácticas sin ninguna estrategia, por Eduardo Crespo” Disponible en: https://www.agenciapacourondo.com.ar/relampagos/desarrollo-y-ambiente-muchas-tacticas-sin-ninguna-estrategia-por-eduardo-crespo?fbclid=IwAR1XmY_E-p456H8gbU41OkZp7fmkoblODEtCJv5ndhR7wZ0AlVyJLoOSJ90
AGENCIA PACO URONDO (13/07/2021) “Desarrollo, ambiente y confusión progresista: un debate con Enrique Viale, por Andrés Vera” Disponible en: https://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/desarrollo-ambiente-y-confusion-progresista-un-debate-con-enrique-viale-por-andres-vera?fbclid=IwAR2ZBYzAoU_Xj5CkvwW8AOhbATuV0QN8mLK9zOVaPWHtXr2bTDZnExfjJng
AGENCIA PACO URONDO (16/07/2021) “Greenpeace no busca cuidar el planeta, busca publicidad, tener más socios que paguen la cuota”. Disponible en: https://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/jose-miguel-mulet-greenpeace-no-busca-cuidar-el-planeta-busca-publicidad-tener-mas-socios?fbclid=IwAR1GS_NlhENM-zcfKOozSidiYPQYtXyGv8bYx8cWKvJ-UCFBbpwrOct1rts
AGENCIA PACO URONDO (28/05/2021) “Desarrollo económico y ambiente: de vuelta al debate, por Andrés Vera” Disponible en: https://www.agenciapacourondo.com.ar/relampagos/desarrollo-economico-y-ambiente-de-vuelta-al-debate-por-andres-vera?fbclid=IwAR0ds-QaRL_h83vVw4-CMan3qZWiLnbJrG-szY74HywVodBJRo3BdkRZfD8
AGENDAR (15/07/2021) “Claudio Scaletta y el falso ambientalismo” Disponible en: https://agendarweb.com.ar/2021/07/02/claudio-scaletta-y-el-falso-ambientalismo/?fbclid=IwAR0xXivMuFWdqtn0hU_s8TxqGq7k-9-LqCDW-J_vGDL0opTo3V6bWQtz-_Y
AL MARGEN (10/07/2021) “político y polémico” Disponible en: https://almargen.org.ar/2021/07/10/politico-y-polemico/?fbclid=IwAR3fu-o7OIOp7HhY_3E2KDI6wsDkiHca0m76zukffiHwJLX76pNlLnSZLvc
CRESPO, E. (16/05/2021) “Las contradicciones del progresismo naif” Disponible en: revistaanfivia.com
FERRER, A. (2007) “Globalización, desarrollo y densidad nacional.” En publicación: Repensar la teoría del desarrollo en un contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo. (comp). Enero de 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4
FERRER, A. (2012) “Vivir con lo nuestro”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
NATANSON, J. “Economía y Ambiente. ¿Hay diálogo posible?” en Revista Anfibia, UNSAM, Disponible en:revistaanfivia.com
NATANSON, J. “Salmones plebeyos (respuesta a Ernesto Semán)” En Le Monde Diplomatique, Disponible en: https://www.eldiplo.org/notas-web/salmones-plebeyos-respuesta-a-ernesto-seman/?fbclid=IwAR3oydLRso-B9fYhoucOp9ziuuoPSPg6G-UwPagX0DgxwcDizndm8Hj8VG0
PERALTA, N (16/05/2021) “Por un ambientalismo intergeneracional, popular y en movimiento” En Tiempo Argentino, Disponible en: https://www.tiempoar.com.ar/espectaculos/por-un-ambientalismo-intergeneracional-popular-y-en-movimiento/
SCALETTA, C. (06/07/2021) “El prohibicionismo y las falsas agendas ambientales” En El Desatape Web, Disponible en: https://www.eldestapeweb.com/economia/campo/el-prohibicionismo-y-las-falsas-agendas-ambientales-2021660518?fbclid=IwAR2VKNTh3CGBlU20wiAYo88_scgXRGKDSUBwalwaJmba6aB_bEGyUKKg7FY
SCALETTA, C. (31/07/2021) “Entre “opinadores” y hacedores de política: prueba de fuego” En El Destape Web, Disponible en: https://www.eldestapeweb.com/politica/salarios/entre-opinadores-y-hacedores-de-politica-prueba-de-fuego-202173120410?utm_medium=Social&utm_source=Twitter&__twitter_impression=true&fbclid=IwAR0RxA_vKFnGMjysL1csEMLaU9x_VRzxBUD-sS_98uFde85_XTlYCKgwzuQ
SCALETTA, C. “Hay que subir salarios, no restringir exportaciones”, En Le Monde Diplomatique, disponible en: https://www.eldiplo.org/notas-web/hay-que-subir-salarios-no-restringir-exportaciones/?fbclid=IwAR3n_ofmu7MGytjgo1MlYbMvi39MO5K5CQECApLFW9Nvk6IicoH5GxnHzrQ
SVAMPA, M. Y VIALE, E. (2014) “Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo.” Katz Editores, Buenos Aires.
TELAM Digital (04/09/2015) “En 1974, la Argentina alcanzó su máximo nivel de industrialización y las menores tasas de desempleo y desigualdad” Disponible en: https://www.telam.com.ar/notas/201509/118779-argentina-industrializacion-desempleo-desigualdad.php
TORRES CABREROS, D. (24/4/2021) “Desarrollismo ambientalista: la discusión sobre un tema central para la economía argentina” En El Diarioar, disponible en: https://www.eldiarioar.com/economia/desarrollismo-ambientalista-discusion-tema-central-economia-argentina_1_7850670.html?fbclid=IwAR2SLXqS9LymkcHbSie2C2-aRAIohcJw22tm1eHSJwuSeTpEnhVsVufrIbw
Video web (15/07/2021) “Alejandro Bercovich mediando el debate entre Crespo y Viale” Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=cjlJgunqJyM&ab_channel=Echo
Comunicación y Desarrollo
18/06/2021
Los Medios masivos de comunicación, la construcción de Opinión pública y sentidos comunes y la implicancia en la implementación de Planes de Desarrollo
Por Iván Boris Bach¹
– Introducción:
De frente a un escenario como el actual, donde es necesario replantear y reelaborar la matriz productiva del país, es de gran relevancia analizar previamente ciertos obstáculos que tienen que ver con la construcción y planificación del modelo de país que se busca, entre los cuales encontramos una serie de construcciones subjetivas inherentes a las personas: “la visión que tienen del mundo y de la realidad cotidiana.”
– Orígenes:
Si pensamos en que cada persona tiene un bagaje de creencias, tradiciones y costumbres que son un cúmulo cultural que dan forma a esa racionalidad con la que interpretan su entorno, así como sus interacciones con otras personas y el mundo, nos encontramos con una multiplicidad de concepciones de la realidad casi igual a la cantidad de personas que habitan el mundo.
En una sociedad donde confluyen e interactúan personas y grupos de personas, se van conformando ideas comunes a en las que coinciden y adhieren. Es a partir de este momento en la historia de estas personas cuando comienza a surgir lo que hoy podemos definir como “Opinión Pública” y “ Sentidos Comunes”.
Son conceptos diferentes que hacen referencia a la visión de la realidad, los cuales son producto de diferentes interacciones o consecuencia de las mismas. Pero la duda que puede surgir en este momento es cómo influye esto en el desarrollo de una sociedad o un país.
Para esto es que tomó como origen del mismo las ideas, las cuales tienen como principal formador, en nuestro mundo actual, a los “medios masivos de comunicación”
-Relevancia:
El estudio de los efectos de los medios masivos de comunicación y los elementos que ayuden a comprender los medios masivos con relación a la sociedad tanto desde su punto de vista individual como global. nos servirá como base para el estudio de los medios masivos y su relación con la sociedad. Para poder comprender sus efectos, pero también ayudará en el estudio de los medios como institución de una manera detallada para comprender el porqué de dichos efectos con base en sus estructuras.
Así, es necesario rescatar las características de los medios masivos:
-Las masas requieren organizaciones formales complejas.
-Los medios masivos se dirigen a públicos muy amplios.
-Las comunicaciones masivas son públicas; es decir, su contenido está abierto a todos.
-Público heterogéneo.
-La relación Emisor – Público es impersonal.
Ahora bien, conociendo la importancia social que tienen los medios es necesario conocer su productividad aprovechando que llegan a un mayor número de personas y para esto se le asignan tres grandes funciones:
- Educar
- Informar
- Entretener.
La efectividad de los medios masivos es una expresión que alude a la eficacia de los medios para alcanzar un objetivo dado y se puede aplicar al pasado, al presente o al futuro, pero siempre indica intencionalidad, con lo que se puede hablar de efectos, y al hablar de éstos nos referimos a lo que ya ha sucedido como consecuencia directa de la comunicación de masas, fuese o no pretendido.
La pregunta es sobre el papel de los mass media, y sobre el porqué se informa a través de ellos. Para comprenderla, se nos plantean tres niveles de análisis de la sociedad:
-Las teorías sociales.
-La teoría del sistema de las sociedad como caso particular de la teoría de sistemas sociales.
-La teoría general de sistemas, y en ella la teoría general de los sistemas autopoiéticos².
Como autopoiesis en los sistemas se entiende la capacidad del mismo de reproducirse a sí mismo y mantenerse, autoregenerarse y autoalimentarse. Estos sistemas autopiéticos son los que producen no sólo sus estructuras, sino también los elementos que la componen, no tienen una existencia independiente; son producidos por el sistema, son informaciones que hacen referencia a la conformación interna de jerarquías, emociones, valores, etc.
Así también crea “consenso” sobre los temas que se discuten en la sociedad, con solo lanzar una idea que sea afín a estos valores se produce un efecto que constituye la nueva realidad, que no es más que la evolución de la anterior, por esta capacidad autopiética de la sociedad.
Se habla de temas que la sociedad percibe como reales, y sin ponerlo en duda ya que se apoya en conocimientos implícitos que forman parte del “sentido común”.
Los medios son meros aportadores de información adecuada sobre el mundo, realizan una estructura dual de reproducción y de información, entre la prosecución de la autopoiesis viable y la abierta disposición y procesamiento de los estímulos, y no la difusión de conocimientos, ni la socialización, ni la educación orientada a producir conformidad con las normas. Ellos generan una amplia aceptación social, garantizando a los individuos un presente conocido, un pasado especifico y expectativas de futuro referidas al sistema.
Los“medios masivos de comunicación” contribuyen al status quo, al discurso único y unificador de ideas, y así se construye un “sentido común”, el cual es parte de la “opinión pública” y se afirma la estabilidad del sistema basándose en el “consenso”. Esto se construye a través de la memoria colectiva, la cual es conformada por la información que reciben, y que se interpreta mediante los conceptos del “sentido común”, los que fueron construyéndose por la producción autopoiética, asi generan nuevos conceptos que ayudan a comprender la nueva información puesta a disposición de los “medios masivos de comunicación”
-Implicancias en la implementación del plan de Desarrollo:
A este punto es momento de analizar las implicancias que tienen la “opinión pública” y el “sentido común” en relación a la implementación de las políticas y planes de Desarrollo
Un Plan de Desarrollo tiene como fin llevar adelante medidas, proyectos, acciones, políticas públicas y económicas, planes a corto y largo plazo, etc. Pero, esto esta condicionado y necesita de un consenso, de la población, de los actores sociales y empresariales ( internos y externos, teniendo en cuenta los mercados e inversores extranjeros).
En particular, este consenso se construye, teniendo en cuenta la “opinión pública” y el “sentido común» de la población que será directamente afectada y la que no pero tiene injerencia o puede objetar la implementación de las medidas a tomar. Así como particulares, asociaciones, partidos políticos y otros que pueden tener intereses creados o verse afectados por razones de diversa índole.
Ahora bien, recordemos que la formación de la “opinión pública” y el “sentido común» es fruto de sistemas autopoiéticos, que se auto-reproducen y retroalimentan; en una relación dialéctica y sinérgica. Es por esto que para obtener el consenso necesario para llevar adelante el plan de desarrollo, primero se debe tener en cuenta que la idea tenga aceptación y responda a los cánones que se encuadran en lo que se define como hegemónico dentro de la “opinión pública” y el “sentido común» que son los que condicionan e influencian a los tomadores de decisiones, formadores de opinión y los diferentes actores que participan de forma directa o indirecta en la planificación y formulación de los proyectos.
Las dificultades que se pueden presentar son también influenciadas por esto, así como por la oposición política, las diferentes confesiones religiosas, etc. Como formadores de “opinión pública” y el “sentido común» también participan los medios masivos de comunicación ligados a estos actores, operando para lograr cambiar el consenso o manipulando la forma de interpretar la realidad, presentándola según los intereses de algunas de las partes o buscando influir en la agenda de gobierno.
Ejemplo de esto son los “Lawfare”, donde se manipula la información y hasta se tergiversa o “acomoda la realidad” haciendo lecturas muy particulares (aveces rozando el límite de lo absurdo) como hemos visto en los últimos años en Latinoamérica, tanto en nuestro país intentando desacreditar y crear intencionalmente mala imagen a los políticos que no fueran afines a la linea de ciertos sectores de poder económico concentrado. Lo mismo pudimos ver en Honduras luego de que el Congreso Nacional y las Fuerzas Armadas lo detuvieran y se lo llevaran fuera del país al presidente Manuel Zelaya, Paraguay y la destitución de Lugo, el juicio político a Dilma Rousseff en Brasil, la persecución política a Correa en Ecuador. En todos estos ejemplos vemos una misma metodología.
Y, actualmente en las elecciones en Perú, donde todos los medios de comunicación afines a la linea política de Keiko Fujimori inundaron el país con mensajes difamatorios que iban se asentaban en la “opinión pública” y el “sentido común» construido durante décadas, llamando comunista al candidato Pedro Castillo y advirtiendo que de ganar él las elecciones el país se convertiría en Venezuela o Nicaragua.
Lo que observamos es que atado a este mensaje hay un modelo de Desarrollo que se enfrenta a otro, el primero el implantado a principios de los años ‘70 por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, el cual se fue replicando primero en las ex colonias británicas y luego, como un efecto domino e impuesto a la fuerza, en Latinoamérica y el resto del mundo no perteneciente al bloque soviético o socialista.
Esta utilización de lo de la “opinión pública” y el “sentido común» tiene la capacidad de calar hondo en en la sociedad, ya que manipula a partir de la racionalidad conformada durante este período histórico. Por esto es que se condiciona la posibilidad de crear políticas alternativas de desarrollo, todo lo que se aleje de lo considerado como lo correcto por esta corriente de pensamiento neoliberal es combatido enérgicamente.
Frente a este escenario, un Gobierno que pretenda llevar un Plan de Desarrollo tendrá que tener en cuenta justamente estas construcciones subjetivas de la población que se verá afectada por el mismo. Necesariamente deberá tener presente la “opinión pública” y el “sentido común», dirigidos a obtener consenso lo más amplio posible para poder afrontar la oposición a las medidas a aplicar. Así como para legitimar los resultados del Plan de Desarrollo, sean estos positivos o negativos.
FIN.
[1]Licenciado en Ciencias Políticas y Gobierno, Universidad Nacional de Lanús.
[2]LUHMANN, Niklas. La realidad de los medios de masas. Rubí-México D.F: Anthropos Editorial, 2000.
La planificación Social y Económica Justicialista: apuntes del Consejo Nacional de Posguerra
28/05/2021
Por Sebastian Iglesias[1]
Introducción
El largo proceso de la construcción nacional, de la organización política del territorio, conoce al menos tres formas de intervención: la primera es su propia negación inspirada en las teorías liberales, promocionadas por las usinas de pensamiento y propaganda de los países centrales. La segunda es una práctica destinada a llevar adelantes acciones donde el Estado cumpla funciones más allá de las mínimas exigidas por el credo librecambista, es decir, aportando algo más que los gastos mínimos en seguridad, educación y salud. Esta intervención surge en la Argentina en los años treinta y se prolonga hasta nuestros días a partir de la necesidad de proteger los intereses de la elite gobernante, la cual combina su función en el gobierno con la administración de sus propios intereses económicos. Es interesante remarcar que las primeras formas de intervención no siguen los parámetros de una lógica comunitaria. Si no, por el contrario, persiguen defender y asegurar las utilidades de una sola clase y no el bienestar del pueblo en su conjunto. La tercera surge en 1943, a partir de la llegada del Coronel Juan Perón al Departamento Nacional del Trabajo, y se profundiza con la presencia de José Figuerola y Tressol primero en el Consejo Nacional de Posguerra y luego en la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, cuando comienza a pensarse en un nuevo ordenamiento económico y social. (La intervención del Estado será precedida por una marcada planificación siguiendo una visión integral de las necesidades de la comunidad en vista del desarrollo industrial del país).
De estas dos últimas formas de concebir la acción estatal se desprenden las dos corrientes de planificación que continúan en disputa al día de hoy: La Indicativa y Concertada[2]y la Social y Económica Justicialista. La primera de ellas inspirada en el denominado Plan Pinedo[3]de fuerte impronta sectorial y de resguardo de los intereses de los grupos concentrados de la economía internos y externos. Metodológicamente descentralizadora, garante de la acumulación de la riqueza en pocas manos y centrada exclusivamente en las cuestiones económicas de una elite. La segunda, de raíz comunitaria, surgida al calor de la acción revolucionaria de junio del 43’ promueve la integración de todos los sectores productivos (capital -trabajo) con un fuerte rol del Estado como garante y promotor de la armonía y la paz social. La principal característica será la conjunción de los aspectos económicos y sociales que deben tenerse en cuenta al momento de la acción de gobierno. Sus pautas metodológicas se basan en la acción centralizada de su planeamiento y la ejecución descentralizada sobre la base del control de las organizaciones que componen el dispositivo de gobierno, donde participa el pueblo organizado.
Sin la intención de extendernos en la primera de las corrientes en pugna debemos decir que salvo en los periodos del 43´- 55´ y 73´-75´ha sido la acción hegemónica que ha guiado las políticas públicas del Estado desde 1930 en adelante; su lógica ha sido entronizada con carácter de ley suprema de la nación en 1994 tras la reforma constitucional que dinamitó cualquier intento serio de planificación nacional y pone al país al borde de la disolución. Incluso antes de alcanzar rango constitucional afianzó su práctica (y su prédica) con 4 leyes que hacen inviable a la Nación Argentina: Ley 25.495 de 1977 (“descentralización de los depósitos bancarios”), Ley 21.526 de 1977(“Entidades financieras”), Ley 24.093 de 1992 (“Actividades portuarias”), y Ley 24.228 de 1993 (“De minería”).
El presente artículo se propone indagar en la experiencia del consejo nacional de posguerra y delinear brevemente las pautas que guían la planificación económica y social justicialista.
El Consejo Nacional de posguerra
El 27 de noviembre de 1943, mediante el decreto 15074, el presidente Pablo Ramirez crea la Secretaria de Trabajo y Previsión, organismo que reemplaza en el organigrama gubernamental al viejo Departamento Nacional del Trabajo manteniendo en su cargo al Coronel Juan Perón. Es a partir de esta nueva instancia institucional que se planifica un nuevo ordenamiento económico y social del país. La secretaria procede en los primeros 26 meses a dictar centenares de leyes labores y de seguridad social. Pero fue el acopio de materia gris lo que permitió concentrar a una serie de hombres y mujeres que pusieron su capacidad al servicio de la construcción de un nuevo país. Porque como bien menciona Daniel Rodriguez Lamas en su libro Rawson, Ramirez, Farrel la asonada militar derribó “a todo un sistema”.
Para ese mismo año José Figuerola y Tressol, quien en ese entonces era uno de los principales colaboradores del General Perón, ya había publicado La colaboración social en Hispanoamérica”. Un libro que había llamado mucho la atención del nuevo secretario de Trabajo y Previsión, y que constituyó la hoja de ruta del nuevo programa de gobierno. Dice Juan Manuel Palacio en su libro La revolución peronista:
“La gran obra consistiría en sustituir la relación bilateral del trabajo por la entrañable fusión de quienes intervienen en el desarrollo de la economía nacional en un todo orgánico que, por medio de los adecuados resortes del estado, marchen en busca de un ideal superior de progreso, de mejoramiento individual, de bienestar colectivo y de perfeccionamiento de la cultura” (Palacio, 1983, p.62)
Figuerola y Tressol entendía que los problemas sociales se solucionaban con el concurso de los actores que interviene en él: Patrones, Obreros y Estado.
El 25 de agosto de 1944 el entonces Presidente Edelmiro Farrel en acuerdo general de ministros, y en vista de
“la necesidad y conveniencia de coordinar la acción del estado en cuento se relaciona con las cuestiones de índole social y económica”. (Figuerola, 1986, 435)
Decreta y le confiere al entonces vicepresidente de la nación Juan Perón
“la dirección superior de los estudios sobre el ordenamiento social económico”. (Figuerola, 1986, p. 436)
El decreto llevó en su artículo 4 la creación del Consejo Nacional de Posguerra como órgano de consulta del funcionario en cuestión y estableció su composición interna de la siguiente manera:
“Presidente: el vicepresidente de la nación. Vicepresidente: los secretarios de trabajo y previsión, y de industria y comercio. Vocales: los subsecretarios de trabajo y previsión, Industria y comercio Relaciones exteriores, Agricultura, Hacienda y Obras públicas; los directores generales de Trabajo y Acción Social, Previsión social, Inmigración, Aprendizaje y Trabajo de menores, Industria, Comercio y Ganadería; los presidentes del Consejo Nacional de Racionamiento, del Banco de la Nación Argentina, de la Caja Nacional de Ahorros Postal, del Consejo Nacional de Estadísticas y Censos, y un representante del Consejo de Defensa Nacional. Secretario general: el consejero técnico de la vicepresidencia de la Nación. Secretario auxiliar: designado por el presidente del consejo”. (Figuerola, 1986, p. 438)
El consejo lleva consigo una primera y fundamental prerrogativa: el manejo total, centralizado y exclusivo de la coordinación, planificación y ejecución en todo lo referente a las cuestiones de carácter social y económico. Para llevar adelante dicha tarea construye las herramientas que son los brazos ejecutores de su políticas: proliferaron estatutos como el de los trabajadores rurales, el fuero judicial del trabajo, las instancias paritarias, los consejos consultivos, los institutos de seguridad social, las diferentes cajas de jubilaciones, las nuevas cartas orgánicas de las principales empresas financieras del Estado y leyes de protección industrial.
A diferencia de la planificación planteada por el plan Pinedo (que traza los lineamientos de la planificación indicativa y concertada) que cumplía la función de sustituir importaciones durante el tiempo que durara el conflicto bélico que azotaba al mundo, por lo tanto de carácter transitorio, la propuesta del consejo fue desarrollar un proceso de industrialización profundo y duradero. Desarrollado a lo largo del primer y segundo plan quinquenal, abarcó una primera instancia de reconstrucción y restauración de la dignidad del hombre argentino. De ahí la política de salarios y sus leyes de previsión social. Es decir, el Consejo no se plantea una solución momentánea a la crisis del modelo agroexportador que se encuentra en pausa por la guerra, sino más bien promueve el cambio de la matriz productiva. Es una planificación integral, que contempla los actores del aparato productivo. Pero va más allá
“y se propone incorporar a la vida activa (…) a todos los sectores de su pueblo” (Figuerola, 1981, p.90)
Al igual que la Planificación indicativa y concertada que termina de consolidarse con las reformas neoliberales de la década del 90, el Consejo Nacional de Posguerra afianzo su posición con una modificación en el andamiaje legal y operativo del Sistema financiero. A los efectos de planificar la política crediticia del país, el Consejo avanzo sobre las cartas orgánicas y fomento la producción en desmedro del incipiente capitalismo financiero. Aquella por su parte necesito de las leyes de “descentralización de los depósitos bancarios” y de “entidades financieras” para construir la preeminencia de los sectores financieros por sobre los sectores productivos.
El Consejo también fue portador de una autentica filosofía humanista que doto de espíritu a sus realizaciones. No concibió su accionar como una recopilación tecnocrática de políticas a desarrollar, sino por el contrario doto a sus realizaciones de un profundo sentido social y patriótico. Al mismo tiempo que intentó dotar de riquezas al país, busco consolidar un sentido equilibrio social. El fin primordial fue
“Asegurar la satisfacción de todas las necesidades de los habitantes del país, sin tolerar el injusto acaparamiento de bienes en manos de unos pocos” (Figuerola. 1986, p.449)
Legado
De nada serviría la experiencia del Consejo Nacional de Posguerra si sus postulados son abordados desde la nostalgia del investigador. La fuerza de sus ideas reviste de notable actualidad. Nuestro ideal, sostiene Francisco Figuerola, preconiza nuestra evaluación de la realidad para lograr después una enumeración de ideas en cuya esencia surjan bien determinados los objetivos a cumplir por el pueblo, gobierno y estado. Por lo tanto y a los efectos de retomar su vigencia es indispensable la enumeración de sus componentes, que constituyen los cimientos de la acción de la Planificación Social y Económica Justicialista:
- La coordinación de las iniciativas emanadas de las reparticiones públicas y privadas, su orientación dentro de un criterio general y asesoramiento técnico indispensable.
- La planificación debe estar íntimamente vinculada a los problemas sociales. La solución de los problemas económicos y sociales no pueden pensarse de forma aislada, sino conjuntamente.
- El bienestar social debe ser el objetivo máximo del gobierno.
- Es central la búsqueda de la independencia económica, la soberanía política, la justicia social, el nacionalismo cultural y la unidad continental.
Al mismo tiempo los principios que deben guiar la política económica y social deben ser: inalterabilidad del principio de la libertad económica; estimulo de la producción; fomento de las industrias; estimulo del Capital privado; utilización de toda la mano de obre disponible; el justo equilibrio entre todos los intereses que intervienen en la producción; la búsqueda y extracción de la materia prima; intensificación del intercambio comercial; descentralización industrial; humanizar la función social del capital; mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los obreros; perfeccionamiento de los conocimientos técnicos; la colaboración entre los organizaciones patronales y de trabajadores; asegurar la seguridad social; y el fomento de la inmigración.
El presente artículo tiene la finalidad de rememorar una experiencia epistemológica olvidada por la clase dirigente peronista, pero no por el pueblo argentino, ni por su brazo organizado: el movimiento obrero. El Consejo Nacional de posguerra yace latente a la espera de su restauración. El rastreo de sus postulados nos devuelve la certeza de que otra forma de acción estatal es posible. Siempre y cuando dejemos de lado los paradigmas ajenos a nuestra realidad, dotados de una espesa propaganda teórica que destruyen nuestras ideas e iniciativas, y que se corresponden con los intereses de la oligarquía financiera internacional que traba nuestro desarrollo y expulsa a más de la mitad de nuestros compatriotas a la miseria y las garras de los carteles de Trata y narcotráfico.
FIN.
[1]Jorge Sebastian Iglesias. Militante peronista. Licenciado en Ciencia Politica y gobierno; Técnico superior en
periodismo; Delegado de la Comisión gremial interna del Banco Nación.
[2]La denominación fue expuesta por el entonces Ministro de Obras y Servicios públicos Roberto Dromi y el entonces
Presidente de la Nación Carlos Menem en su libro Reforma delEstado y transformación nacional.
[3]“El Plan de reactivación económica” también conocido como el Plan Pinedo fueron un conjunto de medidas económicas dictadas por el entonces Ministro de Hacienda Federico Pinedo tendiente amortiguar los efectos negativos de la segunda guerra mundial. Para tales efectos estableció una insipiente política de industrialización por sustitución de importaciones, con la finalidad de resguardar los intereses de las clases terratenientes argentinas.
Bibliografia:
Palacio, Juan Manuel. (1983). La revolución peronista.1° Edición. Buenos Aires. EdicionesTematica
Figuerola Francisco. (1974). Escritos políticos. 1° Edición. Buenos Aires. Plus Ultra.
Figuerola, Francisco. (1986). Teoria de la democracia social. 1° Edición. Buenos Aires. Ediciones Depalma.
Figuerola, F. (1981). El consejo Nacional de Posguerra. Pensamiento y Nación, N°1, pp. 83-96.
Sobre la naturaleza del Desarrollo
Sàbado, 25 de abril de 2020
Por Facundo Frattini
A menudo como sociedad pero sin ser una excepción, hablamos del desarrollo como un fin deseado. Podríamos decir que alcanzar “el desarrollo” es una aspiración de todos los pueblos del mundo. Pero, ¿que es el desarrollo?, o al menos, ¿qué entendemos como tal desde este espacio?.
A menudo cuando se habla de desarrollo no suele hacérselo con precisión respecto a que tipo de desarrollo nos referimos, y, por ende, queda a libre interpretación del interlocutor asumir si hablamos de desarrollo económico, científico-tecnológico, social o humano por solo mencionar algunas posibilidades.
Para terminar de complejizarlo existen relaciones de causalidad entre los diferentes tipos de desarrollo mencionados y peor aun, estas relaciones de causalidad no resultan en algunos casos unidireccionales. Es decir, grados crecientes de desarrollo económico pueden conducir a grados crecientes de desarrollo científico y tecnológico al contar con mas recursos, y, grados crecientes de desarrollo científico y tecnológico pueden conducir a grados crecientes de desarrollo económico al disponer de conocimientos y tecnología que permita ampliar la capacidad productiva entre otras tantas capacidades.
No obstante alcanzar grados crecientes de desarrollo económico no necesariamente conduce a grados crecientes de otros tipos de desarrollo. Los recursos extra generados podrían destinarse a la industria militar, o a hacer la guerra, o se los podrían apropiar unos pocos.
Como puede verse las relaciones de causalidad que podrían establecerse entre los diferentes tipos de desarrollo que pueden evaluarse en una sociedad son diversas, complejas y disruptivas.
Precisaremos que en principio entendemos el desarrollo económico como un proceso ininterrumpido de acumulación en sentido amplio basado en el ahorro y la inversión.[1]
Enfocándonos en el aspecto puramente relacionado con la reproducción económica, podemos decir que parte del ingreso y la producción generados en el proceso económico se destinan a ampliar las bases y la estructura del sistema económico mediante la multiplicación de los bienes de capital[2].
Se evidencia claramente que el total de bienes y servicios generados en el sistema exceden los necesarios para su subsistencia o mantención, por ende, pueden ser destinados al ahorro e inversión antes mencionados.
Este proceso que entendemos como virtuoso genera transformaciones que exceden el ámbito puramente económico, se dan también transformaciones sociales, científico-tecnológicas, de capacidad de organización de recursos, aumento del nivel educativo, grado de madurez de las instituciones, y, conocimiento sobre el potencial de uso de los recursos de que esa sociedad dispone[3].
Es claro que el proceso de desarrollo económico dispara múltiples procesos de toma de decisiones a nivel social que exceden el marco del presente articulo, pero que podríamos resumir diciendo que todas las sociedades deciden mediante sus instituciones y sus representantes cómo redireccionar y redistribuir el excedente generado.
Podemos decir que es inherente a todo proceso de desarrollo económico la generación, adaptación e incorporación de conocimiento tanto en el proceso productivo como en la organización social.
Esta cuestión de incorporar la gestión en sentido amplio del conocimiento al proceso de acumulación social que implica el desarrollo económico, había sido abordada con otro enfoque por Joseph Schumpeter quien planteaba que el motor del desarrollo económico se basaba en el proceso de incorporación de innovaciones al sistema productivo[4].
Resulta imposible o cuanto menos desafiante, pensar en alcanzar grados crecientes de desarrollo económico sostenido sin insertar a la ciencia y la tecnología como dinámicos e insustituibles elementos de la trama misma del desarrollo[5].
Es por ello que diferenciándonos de la noción sobre desarrollo económico previamente descripta, podemos decir que el desarrollo científico y tecnológico es el proceso de generación, gestión y apropiación de todo el conocimiento producido en y por la sociedad.
Debe entenderse que si como postulamos desde este espacio entendemos al conocimiento como una construcción social, temporal y colectiva, esto determina la existencia en nuestro país de incontables trayectorias de aprendizaje que se dan en los más variados ámbitos y no excluyentemente en el académico.
Podríamos pensar en incontables ejemplos de compatriotas que ejercen un oficio o una profesión durante décadas acumulando elevados niveles de pericia en su quehacer cotidiano. El desafío radica en cómo lograr captar, sistematizar y devolver a la sociedad de parte de los sectores formales de investigación, desarrollo e innovación ese conocimiento para que redunde en una mejora en la calidad de vida de la población[6].
Si como mencionamos anteriormente el desarrollo es un proceso que disparará transformaciones sociales, científico-tecnológicas, de capacidad de organización de recursos, aumento del nivel educativo, grado de madurez de las instituciones, y, conocimiento sobre el potencial de uso de los recursos de que esa sociedad dispone, indefectiblemente los sectores académicos deberán aceptar las multiplicidades de origen para los inconmensurables conocimientos que se generan sistemática y permanentemente en la sociedad.
Es allí donde radica una de las principales evidencias de nuestro escaso nivel de desarrollo social, pues no logramos alcanzar elevados niveles de sinergia entre las diferentes formas de trabajo del sistema productivo y el sistema académico, científico y tecnológico.
Por suerte para nosotros, no aramos en una tierra infértil, pues los miembros de lo que se ha dado en denominar la Escuela Latinoamericana de Pensamiento en Ciencia y Tecnología para el Desarrollo se encargaron de abonar el espacio en el que pretendemos y debemos adentrarnos y trabajar.
Por desgracia la interpretación histórica de la evolución de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación así como la discusión de su propósito, es también, un escenario de disputa entre quienes pugnan por un academicismo puro alejado del barro de las pujas política y las necesidades populares y, quienes creen que el sistema de ciencia, tecnología e innovación no tiene otro destino posible que estar al servicio del bienestar general.
Podríamos situar temporalmente esta disputa durante la creación del CONICET, pues allí se evidencian claramente los dos modelos propuestos. El primer modelo, mas de corte academicista y en línea con lo que luego se dio en denominar el modelo lineal de innovación, lo encarnaba el fisiólogo y premio nobel Bernardo Hussay quien fue nombrado presidente del organismo. El otro modelo que pregonaba poner a la ciencia, la tecnología y la innovación al servicio del Desarrollo Nacional lo encarnaba quien fue nombrado vicepresidente del organismo, el meteorólogo Rolando Garcia[7]. Se vuelve notorio al observar los nombramientos que modelo fue el que primó.
Como puede verse claramente, la Sociedad Argentina tiene cuestiones fundamentales irresueltas relacionadas con que modelo de país aspiramos a ser y como nos adentramos en un camino que vincule desarrollo científico y tecnológico, innovación y la utilización de recursos disponibles con desarrollo económico de forma tal, que el resultado sea la obtención de mayores niveles inclusión social y bienestar general.
En ese recorrido nos encontramos, y desde este espacio pretendemos aportar aquello que este a nuestro alcance para construir ese camino.
[1] FERRER, Aldo. El futuro de nuestro pasado, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 2010, p.11.
[2] Ibidem, p.14.
[3] FERRER, Aldo. El futuro de nuestro pasado, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 2010, p.19-20.
[4] LO VUOLO, Rubén. Distribución y crecimiento una controversia persistente, Buenos Aires, CIEPP, 2009, p.46.
[5] Documento web: https://cyt.tierradelfuego.gob.ar/wp-content/uploads/2016/02/Sabato-Botana.pdf, recuperado el 08-09-2019, p.2.
[6] JARAMILLO, Ana. Proyecto institucional UNLa (corregido), Lanús, 1998, p.21.
[7] Documento web: https://www.redalyc.org/pdf/907/90701903.pdf, recuperado el 10-04-2020, p.67.
